lunes, 22 de noviembre de 2010

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Y ando como he visto hacer a los hombres del pueblo, con el paso firme, pisando fuerte y sin detenerme. Un impulso me empuja y casi sin darme cuenta estoy como una sonánbula al otro lado de la hoguera. No siento nada. Estoy como hechizada.
Los gritos de la multitud me devuelven a la realidad. Ahora me llevarán al hospital, pienso, pero la gente se acerca y entre gritos y aplausos, como si fuera un torero me llevan en volandas por la explanada. Bravo, bravo!, gritan todos. Bueno casi todos. En un rincón veo las bocas abiertas del alcalde, el cura y el farmacéutico.
No se explican qué ha pasado. Yo tampoco. Será la magia de esta noche especial que hace posible lo imposible y que transforma en héroes a las gentes sencillas de San Pedro de Manrique.

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